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El envejecimiento cerebral es inevitable, pero se puede retrasar

15 MARZO 2023

El envejecimiento es un proceso difícil de aceptar para muchas personas, incluso hay quien lo rechaza e intenta evitarlo. Sin embargo, se trata de un fenómeno completamente natural que forma parte del ciclo de la vida, de hecho, desde la Organización Mundial de Salud se nos invita a envejecer bien.

Dado que el cerebro dirige toda nuestra actividad vital, es muy importante entender qué le ocurre con el paso de los años. Este conocimiento nos puede ayudar a afrontar las últimas etapas de la vida con una actitud más positiva.

¿Por qué envejecemos?

Esta pregunta, que ha intrigado a la humanidad desde la antigüedad, tiene fácil respuesta si consideramos el cuerpo como un simple envoltorio para nuestros genes. Una vez alcanzamos la madurez sexual y transmitimos nuestra herencia (genes) a nuestros descendientes, el cuerpo pierde su función principal. En ese momento entra en juego el envejecimiento para poner fin al envoltorio, pero no a la vida en sentido amplio que continúa a través de esa descendencia.

"Hay muchas causas que provocan el envejecimiento, una de las más importantes es el cúmulo de radicales libres"

Lo que sucede es que nuestras células no dejan de trabajar en ningún momento a lo largo de toda nuestra vida. Como consecuencia de esta intensa actividad se producen unas moléculas muy inestables, los radicales libres, que tienen la capacidad de alterar y dañar nuestras células. Entramos entonces en un círculo vicioso en el que estas alteraciones producen nuevos radicales libres incesantemente.

No todos los animales envejecen igual, la forma de envejecer no es igual en todos los animales. Los humanos envejecemos de manera lenta y progresiva. Gracias a eso, los individuos mayores aún pueden cuidar de su descendencia (genes). Por el contrario, el salmón del Pacífico sufre un envejecimiento brusco y una muerte prematura tras su única oportunidad de reproducción. En el extremo opuesto está la rata topo desnuda, un curioso roedor resistente a algunos tipos de dolor, raramente padece cáncer y envejece a una velocidad extremadamente lenta. Es más, su riesgo de muerte no aumenta con la edad.

El cerebro es muy sensible ya que controla todas las funciones del cuerpo humano, por lo que su envejecimiento afecta a todo el organismo. Aunque solo representa el 2% del peso corporal, es el principal consumidor de oxígeno y glucosa, lo que implica una tasa metabólica muy alta y que acumule muchos radicales libres, responsables directos de su vejez.

Estudios científicos recientes sugieren que el envejecimiento cerebral puede comenzar ya a la temprana edad de 25 años. Además, durante el envejecimiento cerebral ocurren otras muchas alteraciones. El cerebro pierde peso y neuronas, a la par que disminuye la velocidad de transmisión del impulso nervioso. También se acumulan algunos pigmentos (lipofuscina) y proteínas (β-amiloide) que pueden producir muerte y desconexión entre neuronas. Estas alteraciones se acentúan cuando aparecen enfermedades asociadas a la edad, como el párkinson o el alzhéimer. Al final, todos estos fenómenos acaban afectando a las neuronas, células principales del sistema nervioso. Por suerte, no todas mueren ya que son muchas las que permanecen en buen estado, mientras que otras pierden algunas de sus ramificaciones. Esta pérdida implica menos conexiones entre neuronas y menor velocidad de transmisión del impulso nervioso.

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Afortunadamente, podemos desarrollar estrategias para fortalecer nuestras defensas, retrasar el deteriorio cerebral y la aparición de enfermedades:

  • Socializar y crear vículos relacionales con familiares y amigos.
  • Evitar la exposición a contaminantes ambientales.
  • Llevar una dieta completa y equilibrada.
  • Realizar actividad física: ejercicios como caminar, nos ayuda a prevenir la pérdida de volumen cerebral.

Estas medidas pueden fortalecer nuestras defensas y retrasar el deterioro cerebral y la aparición de enfermedades. Concretamente existen varios alimentos que mantienen el cerebro fuerte frente al envejecimiento.

Es el caso de los flavonoides del cacao, que se relacionan con una mejor circulación sanguínea y memoria. Por otro lado, el consumo de hígado y yema de huevo, ricos en fosfatidilserina y ácido fosfatídico, ayudan a mejorar la memoria en personas mayores sanas y enfermas. Sin olvidar que la ingesta de alimentos ricos en colina -como el bacalao, el huevo cocido o el hígado de ternera- favorece los sistemas de comunicación en el cerebro y lo protege disminuyendo el depósito de proteínas dañinas. Los ácidos grasos omega-3 y omega-6 también refuerzan las conexiones entre neuronas y le paran los pies al envejecimiento de la sesera.Visto todo lo anterior, hay que dejar de relacionar el envejecimiento exclusivamente con la enfermedad o la falta de productividad. Lo podemos ver desde una perspectiva más optimista y natural.

"...uno envejece más rápido en los retratos que en la vida real".